Odio este aniversario, si pudiera, me metería en un hoyo en la tierra como un avestruz hasta pasados unos días. Odio ver las lágrimas de cocodrilo de los criminales, principales impulsores, instigadores y perpetradores del genocidio de Ruanda. Un genocidio que explotó una tarde como hoy, del 6 de abril, hace 30 años, con el ataque terrorista que el FPR perpetró contra el avión presidencial de Juvenal Habyarimana. Odio presenciar cómo sus relatos falsos, cínicos y embusteros son escuchados como homilías por todos los medios acríticos, al servicio de sus dueños, que no de la verdad. Clinton, Blair, Kagame... qué asco me da ver sus caretos en los medios. Mañana haré Black-Out para no verles.
Tanto sufrimiento, tanta muerte, tanta sangre, tanto miedo, tanto dolor, tanta impotencia… y el mundo ni se inmuta.
6 de abril... qué día más espantoso: los hipócritas criminales, depravados fariseos entonando su canción de “nunca más” desde su tétrico escenario de marionetas para mentes incautas, pero repitiendo la historia sin parar en el mundo real. Ayer Ruanda, hoy Palestina… y todos dormidos y callados.
¿¡Qué nos hace falta para reaccionar!? Esta pregunta me consume.
Ruanda, el hermoso país de las mil colinas, todavía está regado de sangre. Un río enorme de sangre llega hoy desde Ruanda hasta el Congo. La sangre no se ha secado porque la memoria, como la verdad, no se seca. Su genocidio está oculto y enterrado a plena luz del día por los medios mercenarios. Exactamente como el genocidio de los Palestinos… La sangre de los inocente corre a mares ante nuestra mirada impávida.
El genocida Paul Kagame y el genocida Benjamin Netayahu se consideran hermanos y sus élites racistas y sionistas se consideran "pueblos hermanos". ¿Lo sabíais? Pues sí, son tal para cual, se abrazan con exaltación escalofriante.
Los sionistas se apropiaron la categoría de “víctimas de genocidio”, eran como Gollum, “mi tesorooooo”, no quisieron nunca compartir su tesoro con nadie más en este mundo, hasta que llegó el FPR Inkotanyi de Kagame. Fue como mirarse en un espejo. Con ese tesoro compartido como hermanos se han arrogado el derecho a cometer ellos mismos genocidios impunemente, ante la mirada del mundo, protegidos por el violento matón de este barrio unipolar que se está cayendo a trozos.
No sé cuánto tiempo más lograrán salir impunes, si alguien llegará a hacerles pagar por sus horrendos crímenes algún día o si morirán pacíficamente en la cama de viejos. Solo sé que si pudiera pedir un solo deseo a una lámpara mágica, no pediría el castigo de estos asesinos en masa ¡Pediría que todo el mundo despertase, reaccionase, abriera los ojos, dejase de ignorar tanto sufrimiento! Entonces la justicia y todo lo demás vendría rodado.
No se me ocurre mejor homenaje a las víctimas del genocidio de Ruanda que este vídeo del canal del gran Mayans, con Silvia Delgado Fuentes y Amal Ahmed Albaz, sobre el actual genocidio de los palestinos.
He
recordado con ellos a tanta gente que cayó aterrorizada bajo la cruel
arma de los genocidas hace 30 años en Ruanda y sigue cayendo hoy en
Palestina.
Mi
corazón llora por todos ellos y ellas, pero la digna resistencia de hoy
y la digna memoria de las víctimas supervivientes de hace 30 años me lo
reconforta y llena de esperanza.