miércoles, 27 de mayo de 2015

Felicidades UMOYA

Érase una vez, allá por finales de los años 80…
Cuando Ana María Acedo, que entonces vivía sin lujos de ninguna clase, entre los pigmeos del Congo -luego Zaire, ahora República Democrática del Congo-, escribía unas palabras de desahogo de tremendo humanismo, porque cada vez que venía a España se sentía totalmente fuera de lugar.


Estas son Ana María Acedo, con chaqueta azul, y Loreto Rey, la que intenta zafarse de bailar.

“Vives en el Zaire y vas a España cada x años. Te encuentras con familiares, amigos, personas que te han conocido en circunstancias diferentes o que conoces en ese viaje. Dependiendo del grado de amistad, contacto por correspondencia etc te preguntan: 
‘¿Y dónde estás? … ¡Ah! eso debe ser África ¿no? … Y ¿Cómo está eso? Mal ¿verdad? Me parece que hace poco salió algo en la tele… ¡pobrecitos! Claro, con tan poca cultura… y vosotras ¿qué hacéis?… será difícil ¿verdad?… Chica ¿por qué no te vienes ya? Total, para lo que cambian.’
Y eso si no te sueltan ‘deberías dejarlos que se maten entre ellos’.
Todo esto te desarma, te deja anulada. Además, como la gente tiene tantas ocupaciones y tanta prisa, no sabes ni qué decirles para no entretenerles demasiado y que entiendan algo. A veces se te ocurre lo que menos hubieras debido decir, pues habituados a lo que inyectan los medios de comunicación y a otras ideas preconcebidas, lo que dices se toma como menos lo esperabas. Otras veces tienes que salir con una sonrisa de idiota o un “no digas esas cosas” para no liarte a guantazos, (…)