lunes, 1 de julio de 2019

Actualización de la teoría de la espiral del silencio

Esta teoría, propuesta por la politólogo alemana Elisabet Noelle-Neumann en 1977, afirmaba que las opiniones predominantes silencian a las opiniones minoritarias, y cuanto más predominante es una opinión, más se silencian “voluntariamente” los que no están de acuerdo.
Esto es debido al gregarismo o miedo natural del ser humano al aislamiento. Somos seres sociales hasta el punto de morir si no tenemos relaciones humanas. Es famoso el experimento que realizó el rey Federico II en el siglo XIII. Para indagar cuál sería el “idioma natural” que el buen dios infundía a las personas a hablar sin la influencia de sus congéneres, se secuestró a decenas de niños del reino y se los crió en aislamiento; alimentados, vestidos y cuidados físicamente, pero sin contacto humano alguno, sin comunicación, esperando descubrir cuál era el idioma que empezarían a hablar por naturaleza. Nunca pudieron llevar a término su experimento, todos los niños secuestrados para la “ciencia” morían prematuramente, antes de los 3 años, de lo que es conocido hoy como “enanismo psicosocial”. Nuestra necesidad de la comunidad es absolutamente vital y nuestro instinto de supervivencia nos impele a no aislarnos del grupo por nada del mundo.
En los años 50, el psicólogo polaco Solomon Asch confirmó con un experimento el miedo inconsciente a expresar una opinión contraria a la mayoritaria, no vaya a ser que el grupo te rechace. Una persona entra en una sala y se le pide que diga cuál, en su opinión, es la raya cuya longitud es igual a la de la izquierda. Todos los demás de la sala, parte del experimento, afirman que es la A. El sujeto, silenciando lo que sus propios ojos ven, se sumaba a la mayoría diciendo A en lugar de C, en casi el 40% de los casos. Y los que contestaron C, mostraron "estrés y malestar extremo".
La presión social sigue siendo de gran importancia, sí, la minoría calla, pero con el desarrollo de las redes sociales de comunicación, cada vez menos, porque se puede hablar por otros canales.

Con muchos matices y particularidades a tener en cuenta, a grandes rasgos creo que hoy, con el surgimiento de las redes sociales, una persona que piensa / opina / cree algo minoritario puede eludir esa fuerza centrípeta de la espiral del silencio -que engulle a la minoría en el océano de la mayoría- abriéndose una simple cuenta, o 20, en Twitter y/o Facebook.
Imaginario o no, el grupo social de apoyo que se encuentra a través de estos sustitutos -casi enfermizos- de las relaciones personales permite “sobrevivir” al sujeto. La gente con opiniones minoritarias a menudo encuentra un grupo social de apoyo por estos canales. Así hay muchos seguidores de la teoría tierraplanista que unidos se sienten más fuertes y seguros. Como digo, no es tan simple, pero lo único que quiero destacar es que la espiral del silencio, cada vez silencia a menos personas, al menos en el mundo occidental. Esto fue explotado por quienes instigaron las llamadas primaveras árabes, como demuestra la multitud de mensajes lanzados a las redes sociales, más que a sus vecinos de al lado, siempre exhibiendo carteles en inglés. Pero esto es tema para otro artículo.
La verdadera espiral del silencio hoy funciona con los comunicadores profesionales, con los medios de comunicación. Es como la versión 2.0 de la espiral del silencio, quienes se silencian "voluntariamente" son los profesionales de la información. Paradójicamente, podría decirse que la fuerza centrípeta de la espiral del silencio, en el caso de los medios y comunicadores, se convierte en centrífuga, porque te expulsa cuando piensas / opinas / crees algo diferente a la corriente mayoritaria, cuando no estás bien amarrado a la línea general, saldrás despedido del mundo de la “información”. Dejas de tener seguidores y lo que es peor, pagadores. Dejas de tener trabajo como comunicador y de tener eco o apoyo en las redes de comunicación oficiales, pagadas, profesionales y reconocidas. Dejas de ser escuchado.
Y todo esto es absolutamente inconsciente. No hay un jefe maligno en los medios prohibiendo llevar la contraria a la corriente principal o verdad oficial de las cosas, sino que los periodistas que trabajan en esos medios, en su mayoría, están bien asidos a esta verdad oficial porque no se han educado en una sociedad especial, han sido criados en el mismo ambiente social y cultural que el resto. En las facultades de periodismo no se proporcionan herramientas para analizar críticamente o cuestionar la verdad oficial, sino que se refuerza la tendencia natural del ser humano a pertenecer al grupo y a ser aceptado por él. La profesionalidad periodística consiste en otra cosa, consiste en… en… algún día descubriré en qué se diferencia la comunicación de periodistas de la de cualquier otro miembro de la sociedad que no sea “profesional”. Lo haré.
Es la jugada maestra por excelencia del sistema. A través de la educación, la cultura, la información, el entretenimiento… todos hemos acabado pensando lo mismo “voluntariamente” y negando que así sea, no siendo capaces de reconocer que hemos sido engañados, por otro mecanismo psicológico de supervivencia social que es la disonancia cognitiva.
Los mecanismos son múltiples, uno tan simple como fundamental es la negativización de algunas palabras, como la línea C del gráfico anterior. Hay palabras negadas y denostadas repetidamente de forma oficial, conceptos imposibles de utilizar hoy en día sin ser amonestado por el grupo. Voluntariamente, con el paso del tiempo, se ha llegado a vivir mejor si no se nombran. De facto, se han prohibido. Con ello, se deja de nombrar lo que definen, y lo que no se nombra… ya se sabe, no existe. De un plumazo nos hemos cargado el imperialismo, la lucha de clases, las resistencias, toma de conciencia, la soberanía política…
Esta jugada maestra del sistema capitalista, que tampoco se nombra, ha conformado esa mentalidad colectiva a la que la gente se agarra con fuerza y es imposible de combatir con argumentos. Ya lo dijo Mark Twain “Es más fácil engañar a alguien que convencerle de que ha sido engañado”.
Mucha, muchísima gente no sabe en realidad qué es ser de izquierdas o de derechas, no sabe qué es comunismo ni capitalismo, no sabe qué es internacionalismo, no distingue eurocentrismo de patata, ni puede identificar las diferencias esenciales entre fascismo y maceta, o supremacía blanca y champú… Pero todo el mundo sabe que lo correcto es NO ser político, ni crítico o radical, y por eso quien pronuncia, por ejemplo, imperialismo, automáticamente es rechazado por “el grupo”. Si eres tú quien se empeña en pronunciar “Imperio” “Imperialismo” “imperialistas” “Antiimperialista”… puedes buscarte afines en las redes sociales, pero tu crítica no llegará a la sociedad en general porque se te cierran las puertas del cauce para ello, los medios de comunicación, la educación, la cultura y el entretenimiento oficial y aceptable, que no se sale del marco aceptado “voluntariamente” por todas las personas del grupo, para vivir cómodamente, aunque sea en el mundo feliz de Aldous Huxley.
Entonces, mi inquietud es que siendo como es el imperialismo el mayor peligro actual, el que engloba a todos los demás peligros, el que hay que combatir con urgencia, si no se puede nombrar porque automáticamente eres despedido, desatendido y la audiencia se pira revolviendo los ojos hacia arriba farfullando “malditos conspiranoicos, qué pesados son”… ¿cómo lo nombramos para buscar soluciones? ¿cómo -sin despertar la disonancia cognitiva del personal- hablamos del elefante en la habitación sin nombrar el elefante?
Esta será mi obsesión en el blog de África en Mente.


Por Marina Kweli

3 comentarios:

  1. Buen blog , preciosa África y su gente , merecen los más necesitados , los mismos derechos humanos , k el resto del mundo , hay k salvar el planeta

    ResponderEliminar
  2. Colombia en Latinoamerica vive y siente la espiral del silencio! Auxilio, no mas asesinatos! Por favor eliminen la ley injusta!

    ResponderEliminar