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jueves, 2 de noviembre de 2023

36 años del asesinato de Tomás Sankara «Las ideas no se pueden matar»

 El día 15 de octubre se cumplen 36 años del asesinato de Tomas Sankara, presidente de Burkina Faso entre 1983 y 1987, también conocido como el Che africano. El emblemático líder fue ejecutado junto a otras 12 personas, 5 de ellas también miembros del gobierno, en un golpe de estado liderado por su compañero de armas y de gobierno, Blaise Compaoré. En ese momento y gracias al respaldo y protección de Francia, Compaoré pasó a ser presidente durante casi tres décadas. En 2014, Compaoré fue derrocado por un golpe militar tras meses de fuertes protestas en las calles. Por fin se pudo desbloquear la información siempre suprimida sobre las circunstancias del asesinato de Sankara y sus compañeros. Se pudieron identificar y recuperar sus restos, y se juzgó y condenó in absentia a cadena perpetua a Compaoré, por complicidad en el magnicidio que le llevó al poder. Hoy soplan nuevamente vientos libertadores en la nación de los hombres íntegros, porque como el Che Guevara y el Che africano decían, las ideas no se pueden matar.

 

Siempre que tenía ocasión, Tomás Sankara decía que hablaba en nombre de su pueblo, el burkinés, pero también en nombre “del gran pueblo de los desheredados de la tierra”. Consideraba que su pequeño país del África occidental era la «condensación de todas las calamidades de todos los pueblos que sufren», «de todos los sufrimientos de la humanidad». Repetía que un pueblo que se ama a sí mismo no puede sino amar a otros pueblos.

Sankara, en nombre de su pueblo, se posicionó claramente del lado de todas las luchas de liberación del mundo y en contra de todos los sistemas injustos y criminales como el sionista y el apartheid. Pidió con insistencia en la ONU la expulsión de Israel y Sudáfrica. Siempre dejando claro que los pueblos no son sus gobiernos, para no posicionarse contra el pueblo de Israel, ni el pueblo judío, sino específicamente en contra del gobierno sionista y sus defensores y colaboradores. «Los hermanos judíos de los palestinos son antisionistas», afirmó una vez en la Asamblea de Naciones Unidas. Sankara siempre dejó claro que los pueblos de todo el mundo, incluida Europa y Estados Unidos, tienen un enemigo común que son las clases adineradas que explotan a millones de personas y roban sus recursos, parasitando a las masas populares. 

Desde pequeño, Tomás Sankara destacó por su vivacidad e inteligencia. Tenía el don de la palabra, en sus discursos hacía comentarios sagaces que desataban la risa de la audiencia para después asestar una verdad incómoda, «No debemos pagar la deuda porque no somos responsables de ella. Al contrario las mayores riquezas del mundo nos deben lo que nunca podrán pagar, la deuda de sangre». Se destacó por hablar con extremada claridad, sobre ricos y pobres, sobre lucha de clases, sobre quién roba de verdad, sobre el imperialismo. No le temblaba el dedo en señalar el verdadero combate que había que emprender para todo: la lucha contra la desertificación es política; la lucha de las mujeres pasa por la auto-organización y la toma de conciencia política; el hambre no es una calamidad sobrevenida de la naturaleza, el hambre es un arma con la que se extermina a decenas de millones de personas cada año. Era feminista convencido y denunciaba el feminismo que no cuestionaba las estructuras sociales, políticas y económicas, el que no condenaba la prostitución como la quintaesencia de la explotación humana. Hablaba con una claridad prodigiosa «No se puede hacer la revolución sin la mitad del pueblo» refiriéndose a las mujeres.

miércoles, 19 de junio de 2013

Las cumbres de “Ayuda”… a hacer negocios jugosos



El sistema de beneficiar con el dinero público los intereses privados, creo que se llama en lenguaje político “liberal”, se lleva aplicando a África muchos años. Prácticamente desde la independencia, como denuncia Michael Sata, presidente de Zambia y otros muchos de sus líderes.


Estamos acostumbrados a leer en nuestra prensa sobre cumbre de quien sea con o sobre África en términos de “ayudar” al continente, pero en la prensa africana se habla desde el otro punto de vista de estas cumbres: “La necesidad que tienen los países industrializados de nuestras materias primas para poder seguir manteniendo su nivel de vida nos pone en el centro de todas las cumbres”, los africanos saben muy bien para qué se organizan esas cumbres, y no es para ayudarles, sino para hacer negocios. Son numerosas, está la de Tokio, la France-Afrique, el foro China África, EU-África…


De forma paralela a las cumbres, lo que realmente pasa es que se firman jugosos contratos entre las empresas privadas de cada uno de los países “desarrollados” con los gobiernos de turno africanos, a cambio, como bien dice este periodista gabonés “de ayuda al desarrollo y otros favores a medida” de los gobernantes africanos. Ciertamente, las compañías privadas firman jugosos contratos y los gobiernos “pagan la cuenta” con “ayuda” del dinero de los contribuyentes. 


Ni los contribuyentes occidentales obtenemos beneficio de los contratos que puedan agenciarse las grandes compañías que se dicen de nuestro país (aunque cotizan en paraísos fiscales), ni los contribuyentes africanos obtienen beneficio de la ayuda que aceptan sus gobernantes, a cambio de malvender los recursos de todos.