Los premios Sajarov a la libertad de conciencia
fueron fundados en 1985 por el Parlamento europeo. Se llaman así por uno de los
físicos nucleares cuyas investigaciones y hallazgos llevaron a la realización
de la bomba atómica. Andréi Sájarov, soviético, descubrió el mal que podían
hacer sus descubrimientos y se cambió de bando, para luchar por imponer
tratados pacifistas que prohibieran su propio invento. De ser un físico nuclear
respetado y de prestigio, pasó a ser un activista por la paz y la defensa de la
verdadera seguridad: la no proliferación de armas, reprimido y denostado por su
gobierno.
Sajarov fue una persona brillante, de humanidad e
inteligencia destacable que sí mereció un premio Nobel de la paz, aunque después
algunos receptores del mismo hayan ensuciado y desvirtuado su valor. Lo recibió
en 1985, y tuvo que recogerlo su mujer porque a él, sus represores, no le
dejaron salir de la Unión Soviética para la ocasión. Así les ocurre a muchos de
los que han recibido el premio que lleva su nombre. Muchos están en la cárcel
por ser libres, por no vender a ningún precio su libertad de pensamiento y
conciencia.
Acaban de proclamarse los cinco finalistas para
recibir el día 10 de diciembre de 2012 el premio Sajarov. Entre
los finalistas están los tres opositores de Ruanda, encarcelados por el régimen
de Paul Kagame. Alguien me ha dicho que es probable que no se lo den a
Victoire Ingabire, Deogratias Mushayidi y Bernard Ntaganda, porque a los
parlamentarios europeos “les gusta más lo mediático”.
Los finalistas son, además de los ruandeses que se
pudren en la cárcel desde que intentaron presentarse a las elecciones de 2010,
contra el otrora niño mimado de occidente, Paul Kagame,
el bielorruso Ales Bialiatski, candidatura que
promueve el polaco Jacek Saryusz-Wolski, y otros 87 parlamentarios;
el pakistaní Joseph Francis, cuya candidatura ha
promovido el grupo europeo de Conservadores y Reformistas;
el grupo de música ruso Pussy Riot, promovido por el
parlamentario Werner Schulz y otros 45 colegas
y por último la abogada Nasrin Sotoudeh y el
director de cine Jafar Panahi, ambos de Irán, candidatura promovida por una coalición
de cuatro grupos, Alianza socialista, Alianza de liberales, los Verdes y un
grupo de 13 parlamentarios más.
Tras leer la documentación que se publica en la web
del parlamento sobre los finalistas, me aventuro a decir que creo que se lo
darán a los dos iraníes. Estas son solo mis reflexiones, cualquiera de ellos
puede ganar.