lunes, 31 de marzo de 2025

¿Alerta de catástrofe biológica? Nada importante

 

El día 27 de enero, el director regional para África del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Patrick Youssef, hablando a los periodistas en Ginebra, expresó la alarma del CICR por el riesgo existente de una catástrofe bacteriológica en el este de la República Democrática del Congo, RDC. 

Youssef señaló que el recrudecimiento de los combates en la entonces asediada, hoy ocupada, ciudad de Goma, podía desencadenar una grave catástrofe, si los cortes de electricidad que se estaban produciendo, provocaban la ruptura de la cadena de frío en la conservación de los patógenos almacenados en el National Institute of Biomedical Research (INRB) de Goma. Una «fuga de muestras de ébola y otros agentes patógenos», explicó, «podría desencadenar una catástrofe de consecuencias inimaginables». 

A pesar de la gravedad, semejante alerta apenas tuvo eco entre los medios y autoridades occidentales. Tampoco ningún organismo internacional mostró preocupación ni pública, ni oficialmente, mucho menos ningún gobierno occidental ¡ni siquiera africano! ¡Ni siquiera el propio gobierno congoleño! Nadie mostró preocupación alguna, al menos de manera pública.

Tanto la alerta como el silencio ante la misma plantea muchas preguntas ¿Cómo es posible que los medios independientes no le den importancia a este riesgo tan real? ¿Cómo es posible que los gobiernos ni lejanos ni cercanos se preocupen? Por otro lado ¿A quién se le ocurre tener un laboratorio de material tan peligroso y delicado en una de las zonas más inseguras e inestables del mundo desde hace décadas? Y ¿Por qué no conocemos al o a los responsables de tamaña negligencia? ¿Quién permite esto?

Solamente la AFP publicó las palabras de Youssef en una nota el día 28 de enero, como si de un desliz se tratase. A partir de la nota de la AFP la noticia se reprodujo en diversos medios no occidentales como Alarabiya News, The Hindu, la Citizen TV de Kenia, This is Beirut, Ciudad CCS de Venezuela, en algún medio menor de Argentina, de Chile… el periodista Max Blumenthal, con sus más de 700.000 seguidores, probablemente fuera el que más efecto de difusión tuvo, cuando habló de ello el día 30 de enero.

Así mismo, ni la Unión Europea, ni la Unión Africana, ni la OMS… ningún organismo emitió preocupación ni mostró interés alguno. Solo pude encontrar una declaración oficial de un gobierno: el ruso. La agencia rusa de Protección al Consumidor, de nombre Rospotrebnadzor, emitió un comunicado oficial sobre el asunto el día 28 de enero.

El laboratorio en cuestión se dice congoleño, pero en realidad es total responsabilidad de Francia y de Estados Unidos, financiado principalmente a través de la USAID y muy seguramente dirigido por el USAMRIID el (United States Army Medical Research Institute of Infectious Diseases), el más activo centro de investigaciones en materia de bio warfare, o guerra bacteriológica, del mundo.

La agencia rusa en su comunicado considera una «irresponsabilidad» por parte de Estados Unidos y Francia el trabajar con patógenos peligrosos en territorio de terceros países y asevera: «Esto es otra prueba más de que acumulan muestras de agentes como el ébola o la viruela sin garantía de seguridad en las infraestructuras», lo cual es una «actitud negligente de Washington y sus aliados».

El CICR no volvió a mencionar el tema explícitamente, como si de un desliz se hubiera tratado; solamente se podía leer en sus mensajes de redes que pedía a todas las partes beligerantes que respeten «infraestructuras críticas y esenciales como los laboratorios y los hospitales». 

Consulté a Francine Kongolo, de CICR de Kinshasa, y ella me aclaró el desvelo y enorme esfuerzo realizado por su organización durante las pasadas semanas:

«En efecto, el edificio del Instituto Nacional de Investigación Biomédica (INRB), situado en Goma, representaba un riesgo mientras se desarrollaban los combates con artillería pesada. Si la integridad física del INRB se veía afectada o si se interrumpía la cadena de frío, se trataba de un peligro potencial que podía traspasar las fronteras de la RDC.

El CICR tuvo que trabajar para ayudar a asegurar el perímetro del emplazamiento del INRB contra los saqueos. El CICR también colocó un emblema de la Cruz Roja en el tejado del INRB para que fuera claramente visible desde el cielo y no pudiera confundirse con un objetivo militar. El CICR también suministró combustible al INRB para evitar cortes de electricidad y mantener la cadena de frío».

martes, 25 de febrero de 2025

¿Qué esta pasando en la RDC?

La misma guerra silenciada que lleva sufriendo desde hace 30 años.

El vasto territorio de la República Democrática del Congo (RDC) es, probablemente, la zona más rica del planeta en recursos naturales, sobre todo en su parte este, coincidente con la cola final de la falla tectónica del Valle del Rift, donde los minerales emergen desde más profundidad y en mayor concentración. A su vez, sus pueblos son de los más pobres del mundo, según las mediciones de desarrollo y pobreza de la ONU. Frente a la narrativa normalizada de “la maldición de la riqueza” hay que recordar que la verdadera maldición no es la riqueza natural, es el sistema capitalista, que prioriza los beneficios económicos frente a la vida de las personas.

Desde que Estados Unidos y Bélgica, con apoyo de todas las potencias occidentales, acabaron con el sueño de independencia del gran Congo, asesinando a Patrice Lumumba, las potencias occidentales han ejercido el control sobre esa riqueza mediante toda la violencia que haya sido necesaria. En las últimas décadas, China ha llegado como nuevo socio comercial y hoy en día es uno de los principales exportadores de recursos naturales del Congo, aunque el gigante asiático no emplea la violencia para extraer materias primas, como tradicionalmente hace Occidente. 

No es la RDC, ni la UE, ni China, ni Rusia quien se ha tomado la molestia de calcular cuánto vale (en dólares) el subsuelo todavía por explotar de la RDC, ha sido Estados Unidos. Según la US Geological Survey, el valor de las reservas minerales estratégicas del Congo sin explotar todavía, es decir, no se contabilizan aquí las inmensas materias primas congoleñas que abastecen ya los mercados internacionales, es de 24 billones de dólares. Para comparar podemos poner esta cifra al lado del Producto Interior Bruto de toda la Unión Europea, que es de 17.7 billones de dólares. La “molestia” de hacer estos cálculos ya nos dan una idea de quién anda detrás de qué.
 

sábado, 1 de febrero de 2025

África Presente y futuro

 A muchos todavía no nos entra en la cabeza, pero ya llevamos vivida una cuarta parte del siglo XXI. La ciencia ficción nos ayudó a imaginar, no hace tantos años, cuán evolucionados íbamos a estar en este momento. Y aquí nos vemos, una cuarta parte de la centuria consumida, y la evolución humana es… digamos … “digna de estudio”.

Para analizar esta evolución como sociedad, hay que precisar que no es lo mismo mirar al mundo desde Europa, o cualquier país occidental, que desde Asia, África o América Latina. Desde la periferia y semi-periferia, en definitiva. 

 

Aunque el globo resultó no ser una aldea global; si lo fuera y tuviera 100 habitantes, los europeos como nosotros apenas seríamos un par de gatos en un callejón. Todos los occidentales seríamos 12 personas entre 100 y los europeos occidentales tan sólo 5. Con esto quiero remarcar que nuestra apreciación de este mundo, relajémonos, aparte de a nosotros mismos, no le interesa a casi nadie. 

Todos los occidentales somos el millar de oro, como nos llaman por ahí: 1.000 millones que vivimos entre 8.000 millones de personas, y nos creemos de oro; consideramos que el mundo entero es nuestro y es nuestra responsabilidad ver qué hacer con esos otros 7.000 millones de personas que son pobres y subdesarrolladas sin que aparentemente nosotros, el millar de oro, tengamos nada que ver con eso.
 

África

África es un gran continente que consta de 55 países vibrantes, llenos de vida y potencial. En total tiene más de 1.500 millones de habitantes. La edad media es de poco más de 19 años. Es la segunda región más poblada, por detrás de Asia, y tiene la población más joven del mundo. Hay más de 3.000 pueblos diferentes con sus lenguas y culturas particulares. Serían 19 personas entre las 100 de la aldea imaginaria.

Históricamente, este continente ha sido muy importante para el resto del mundo, no solo porque es la cuna de la humanidad, sino porque su explotación y expolio permitió el inicio, o la acumulación primaria, del sistema económico imperante que conocemos hoy, el capitalismo. En el siglo XXI, la deshumanización de los y las africanas, el robo de su tierra y sus recursos, de su soberanía y hasta de su conciencia, siguen dando sus réditos a Occidente, que explotó y esquilmó a África durante los últimos cinco siglos y cuarto. África es el continente más empobrecido desde el siglo XV, no por su propia idiosincrasia, sino por la desgracia de haber sido “descubierta” por los bárbaros europeos. Su historia es rica y sería una gran lección para toda la humanidad si se estudiara con profundidad y veracidad. Lamentablemente, eso no se hace y la reducimos a su pobreza y “subdesarrollo”.

Dejando a un lado el sarcasmo y la extra-simplificación de toda la historia en un párrafo, es innegable que lo que trae en la mochila África al siglo XXI es básicamente miseria. Es la región peor parada de todas las regiones víctimas del capitalismo occidental. La peor. Pero eso se acabó. El mundo está cambiando a gran velocidad y ya no hay marcha atrás. Hoy, a pesar de la mochila repleta de dificultades y peligros, África contempla un horizonte lleno de luz y esperanza. Este continente ha estado muy despierto, siempre lo estuvo, y va a entrar en el segundo cuarto del siglo XXI brillando, celebrando su tan ansiada liberación.