Desde
que leí los primeros días de julio que los islamistas habían rodeado la ciudad
de Gao, en el norte de Mali, con minas anti-persona se me estremeció el
corazón. No podía evitar pensar que los pacíficos habitantes de Gao han sido hechos
rehenes, el sufrimiento que esas minas van a causar ahora y dentro de mucho
tiempo, pienso en los niños y en las fotografías que Gervasio Sánchez muestra
en “Vidas Minadas”, y en la impresionantedenuncia que hace de este tipo de arma.
La
información fue difundida por la AFP y las confirmaciones ofrecidas por Radio
France International. La implantación de minas sucedió a la vez o un poco
después que la destrucción de los mausoleos de Tombuctú, según las agencias
internacionales.
Hoy,
30 de julio, busco en los periódicos de Mali, y nada, no veo más información
sobre el asunto.
Mi
intención era denunciar a los fabricantes de esas minas, que se las vendieron a
los islamistas, o si son las famosas armas descontroladas por todo el Sahel
tras la caída de Gadafi en Libia ¿quién se las vendió al loco de Gadafi? El
mayor fabricante de minas antipersona del mundo es EEUU. España ha sido denunciadarecientemente por vender armas en el norte de África a los regímenes que seenfrentaban a los levantamientos populares. Habría que juzgar tanto a los
fabricantes como a los que usan determinadas armas. Esa es mi opinión. España,
la primera, cuya industria armamentística lejos de verse afectada por la
crisis, crece y genera más beneficios cada año. Españaratificó el tratado de prohibición de minas en 1998, pero no basta con firmar untratado, hace falta algo más. Después se ha negado a participar en los procesos
efectivos para la prohibición de este tipo de armas y otras de efectos
parecidos. Durante las negociaciones de Oslo al respecto, España fue uno de los
pocos países que apoyó abierta e incondicionalmente a EEUU y su postura de
mandar al garete la prohibición total, porque le conviene seguir vendiendo
minas por el mundo, alegando que a veces la seguridad nacional requiere el uso
de estas minas, y se quedan tan anchos, y nosotros, los ciudadanos, también. Recientemente
se ha vuelto a discutir en la ONU para llegar a un Tratado sobre el Comercio de
Armas, la campaña Armas Bajo Control declara estar decepcionada por la falta de acuerdo para que primen
los derechos humanos sobre la supuesta necesidad de asesinar
indiscriminadamente, que es lo que hacen las minas anti-persona, en pro de la “seguridad
nacional”, qué hipocresía.
Hecha
la denuncia, vuelvo al hecho de que no he vuelto a ver información ninguna
sobre esta noticia, tan terrible. Una más de esas que nunca vuelven a tocarse y
nadie parece echar de menos.
Hasta
los propios medios nacionales de Mali remiten a la noticia elaborada por la AFP
(Agence France-Presse) y ratificada por las supuestas confirmaciones de los
propios islamistas logradas por Radio France International. Y yo me pregunto ¿Dónde
está la información de los periodistas malienses? Entre las noticias alarmantes
de los primeros días de julio, solo he encontrado una escrita por un periodista
maliense, Oumar Diakité, en Maliweb, en ella se dice sin
rodeos que es probable que se trate de una “propaganda” lanzada para los tuareg,
para desincentivar su posible intención de volver a entrar en la región, de la
que fueron expulsados por los islamistas.
Respiro tranquila si esto es la verdad, parece que
así es: no hay minas alrededor de Gao, fue una mentira lanzada para asustar a
los tuareg. Como suele ocurrir, los lugareños dicen la verdad y hacen los análisis
más lógicos y reales, aunque nadie les escuche, mientras que las grandes
agencias cuentan cosas de forma sesgada y alarmista, que no se sabe de dónde
sacan, pero a las que todos prestamos atención.
Me ha sentado tan mal como me sienta siempre leer
los titulares de los periódicos de Mali del tipo de: “Francia quiere una
solución para Mali”; “EEUU cree que es un paso positivo la vuelta del
presidente de la transición”; “Un militar americano declara que la CEDEAO
(Organización de los países de la región africana) es la organización “ideal”
para intervenir militarmente”. Pero bueno, ¿y qué piensan los malienses?
Es más citado el ministro de Asuntos Exteriores
francés que ninguna autoridad política ni militar maliense. Es más, es ofensivo,
a mi entender, que una de las noticias sea que un francés, seguro que con gran
autoridad, dice que la clase política maliense es “patética”, ¡pero bueno! ¡Ni que
la clase política fuera ideal en ninguna parte de este mundo y mucho menos los
hipócritas de Europa! ¿Por qué los medios de Mali reproducen este insulto? ¿Dónde
está el orgullo y la dignidad de los medios de Mali?
Una entrada genial,felicitaciones por su blog!
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