Desde noviembre del 2020 Etiopía ha acaparado la atención de una gran parte de la prensa Internacional, que no fue capaz de revelar la verdad sobre las causas que dieron origen a la crisis sociopolítica que vive el país del Cuerno Africano. Desde el estallido del conflicto, la mafia del norte del país, de la región de Tigray, ha manipulado adrede como un instrumento político y ha sido apoyado descaradamente por las grandes trasnacionales de la información, al tergiversar la verdad sobre la actualidad etíope.
Para poder comprender los motivos y la raíz del conflicto etíope, que ha involucrado a dos actores principles: el pueblo etíope y la junta de la alta mafia del Tigray, es precioso hacer una valoración y análisis a fondo sobre el origen de los endémicos problemas politicos y la continua crisis económica y de valores que ha vivido Etiopía y su pueblo en las últimas tres décadas.
Se puede afirmar con certeza, que desde que el Tigray People Liberation Front (TPLF) tomó el poder en 1991 en Etiopía, el país se convirtió en su monopolio absoluto. Por tanto, éste gobierno de carácter étnico fue estableciendo toda la estructura política y militar para poder gobernar el país haciendo uso de continuas represiones contra los que se oponían a su programa politico del falso federalismo étnico (una reminiscencia colonial de la estrategia de divide y vencerás en un país no colonizado jamás por el poder colonial europeo), en toda la nación.
Además, en este estado considerado como uno de los gobiernos más corruptos en Africa y con mayor historia de violación de los derechos humanos contra su propio pueblo y la disidencia, ha tenido también el monopolio económico en Etiopía estimulado por un disparatado y nefasto programa de economía del mercado que ha creado y beneficiado tan solo a sus grandes empresas que se convirtieron en los verdaderos dueños de la economía de esta gran nación.
En este sentido, se pueden mencionar la participación de grandes empresas como EFFORT, (Endowment Fund for the Rehabilitation of Tigray) propiedad absoluta del TPLF y que ha acumulado a lo largo de los años una fortuna impresionante que ascendía a billones de Birr, moneda nacional. Dicha entidad económica, junto con varias otras empresas del partido, fue el símbolo consagrado del TPLF en su gran saqueo a la economía del país.
La apropiación de los recursos del país por parte del TPLF, es una historia que se remonta a su tiempo de guerrilla, en los años setenta del pasado siglo. Según los antiguos combatientes de este frente, durante el drama social que vivió Etiopía con la hambruna de 1986, de las ayudas alimentarias que recibía el TPLF de agencias Internacional para socorrer el pueblo tigrino, severamente afectando por el hambre, tan solo distribuía el 5% de los alimentos (grano) y el resto los vendía para comprar armas.
Como parte de la intrínseca cultura de saqueo y usurpación de los recursos de la nación que ha caracterizada al TPLF, se puede mencionar también la invasión ilícita de tierras cultivables en las regiones remotas de Benishangul-Gumuz y Gambella.
Esta colonización local de tierras se llevó a cabo en nombre de inversion, y las tierras fueron ilegalmente repartidas a empresas e individuos (en mucho de los casos tigrinos) que a la larga se quedaron con grandes sumas de dinero que recibieron en concepto de préstamos (jamás devueltos) del Banco de Desarrollo de Etiopía, y dejando las tierras improductivas.
El sector de importación y exportación de diferentes mercancías así como el campo de la construcción fueron también otra de las areas económicas donde se vio consolidado el monopolio económico del TPLF. Estas empresas, que en su mayoría eran propiedad de personas beneficiadas por el abierto nepotismo que se practicaba en el seno del TPLF, reciban un apoyo financiero directo del estado y de las diferentes instituciones financieras que estaban también controlados por el gobierno.
Crecimiento económico sólo de los altos cargos del TPLF
Lo más patético e inverosímil en todo este caso, fue el falso crecimiento económico de dos dígitos que se decía que la economía del país habría registrado y que el FMI y el Banco Mundial han "reconocido" en sus informes anuales.
El tan mencionado "crecimiento" económico, se traduce en una prosperidad que nada más sirvió para llenar la canasta y enriquecer a los altos jefes del TPLF y sus familiares en detrimento tanto del pueblo etíope en general y como el tigrino en particular, al que el TPLF decía (y todavía lo sigue haciendo) representar y defender.
En materia militar, el TPLF también ha creado un ejército controlado por él mismo. En la práctica se vio que fue tan solo un instrumento de dominio y de defensa de su obsoleto y corrupto programa político y económico. Toda su estructura más las diferentes divisiones y mandos militares que existían dentro del ejército, fueron ocupados por altos oficiales de origen étnico tigrino que han jurado fidelidad al partido. En otras palabras, se puede decir que el aparato militar fue también completamente una institución fiel a los intereses del partido, siendo un hecho que contradice la constitución del país de 1994.
El TPLF jamás tuvo una voluntad política de respetar y hacer valer la constitución etíope. No obstante, ha promulgado por decreto, algunas leyes que violaban el derecho a la libertad de expresión y de reunión como fue la ley "antiterrorismo" considerado por muchos como un instrumento político para silenciar, intimidar y castigar de forma severa y cruel a la disidencia política que actuaba en toda la nación.
En cuanto al tipo de administración política instaurado en el país desde 1993, se formaron nueve "estados regionales" y dos "administraciones urbanas", las cuales supuestamente tenían un poder autonómico dentro del estado federal.
En Addis Abeba, la capital federal, casi todos los altos puestos de administración pública eran ocupados por miembros del TPLF, así como las carteras ministeriales.
Muchos de los estados regionales de formación y base étnica, no fueron más que gobiernos satellites del TPLF que nada más sirvieron para consolidar el poder político absoluto del frente tigrino en todo el país y olvidando su retórica de defender los más nobles y justos derechos de los pueblos que decían representar y defender.
De telón de fondo en todo este teatro político habría que añadir el papel de los diferentes medios de comunicación nacionales, casi todos bajo estricto control del TPLF, vociferando su pedante y empalagosa propaganda donde decía que había sido la única formación política en la historia del país que ha resuelto de raíz el endémico problema de las etnias, al poner en marcha un gobierno federal de carácter étnico.
Este gobierno se ha consolidado con la fundación de dos parlamentos: el Parlamento de los Representantes del Pueblo y el Parlamento de la Federación, que tampoco han tenido una justa representación de escaños, según estaba estipulado en la constitución. Las etnias con mayor número de población como los Oromo y los Amhara tenían el derecho constitucional a tener más escaños, pero no fue así.
A nivel constitucional los dos parlamentos deberían ejercer todo el poder político en el país, pero eso nunca llego a funcionar en la practica y se puede decir que no fueron más que una replica del peor de los circos politicos. Al contrario, analistas políticos corroboran que durante los veintisiete años de gobierno del TPLF se habrían exacerbado los sentimientos y los conflictos étnicos en muchas regiones del país.
Es necesario recordar también aquí, que durante el gobierno del TPLF se han cometido las peores violaciones de los derechos humanos, sin parangón en la historia del país de Lucy, el antepasado común de toda la humanidad.
El control por parte de la alta dirección del TPLF y sus aliados en el gobierno de las instituciones jurídicas, civiles y de la policía y el aparato de seguridad del estado, ha dado lugar a innumerables y horripilantes barbaridades cometidas contra aquellos que intentaron ejercer su legítimo derecho constitutional a la libertad de expression y reuniones políticas, entre otras actividades. Esas personas fueron torturadas, humilladas y muchas asesinadas por un aparato de seguridad del estado que se sustenta en los impuestos que pagamos los ciudadanos del país y apoyados sin escrúpulos por un estado totalitario y tiránico.
Aunque parezca sumamente patético y surrealista, algunos presos politicos fueron condenados a la cárcel por jueces torturadores, partidarios del gobierno. Se fabricaban mentiras con la compra de testigos por la policía y la fiscalía, que obligaban testificar en contra de los presos políticos (en ocasiones llamados “terroristas").
Un cambio social y político necesario
El endémico abuso de poder, las continuas represiones y maltratos, el saqueo de los recursos de la economía del país, la cultura del nepotismo y otros delitos y crímenes cometidos por las instituciones estatales durante el régimen del TPLF y sus aliados, dieron lugar a una continua lucha y una justa demanda en diferentes sectores de la población por un necesario cambio político y social en todo el país.
A raíz de los cambios políticos ocurridos en Etiopía en 2018, y protagonizado por un fuerte movimiento de jóvenes que venían derramando su sangre en las regiones de Oromia y Amhara (las regiones que más sufrieron las atrocidades del régimen), el actual Primer Ministro, Abiy Ahmed, en su comparecencia en el Parlamento de los Representantes del Pueblo, pidió disculpas abiertamente al pueblo etíope por todas las atrocidades cometidas por el TPLF y la coalición que integraba el EPRDF. Pero ningún miembro del TPLF tuvo el valor moral de reconocer los crímenes cometidos contra el pueblo mientras estuvo en el poder.
La respuesta inmediata del TPLF fue continuar con sus maniobras sucias de desestabilizar el nuevo gobierno desde su feudo de Mekele, la capital de Tigray, y su cuartel general, cuando fue depuesto del gobierno de Addis Ababa en 2018.
A pesar de la guerra mediática y la fuerte propaganda del TPLF, el Primer Ministro Abiy había hecho un llamamiento a la conciliación nacional y a la convivencia pacífica entre todos los partidos políticos. Dicho llamamiento no fue bien recibido por parte del TPLF y sus antiguos aliados, que continuaron con sus campañas de desestabilización contra el actual gobierno, entre otras, el intento de asesinato del Primer Ministro Abiy en medio de una masiva concentración popular en la capital etíope para apoyar a su carismático jefe del estado.
Los conflictos internos fueron tomando fuerza y provocaron la muerte de muchas personas inocentes y el desplazamientos de casi tres millones de personas, así como una pérdida considerable de bienes materiales (algunas ciudades quedaron en escombros ) en diferentes partes del país. Muchos de ellos orquestados y financiados por el TPLF y sus aliados.
Hubo también una falta de voluntad política de entregar al gobierno federal a algunos dirigentes politicos del TPLF, refugiados en Mekele, por crímenes y delitos cometidos contra los derechos humanos y la economía del país.
Parece que el poder económico que todavía ostentaba, con cientos de empresas monopolizando la economía del país, les daba poder para pagar a diferentes grupos para continuar conspirando contra el gobierno federal y de este modo crear un caos total en el país. Porque en su retórica malévola y fascista, el TPLF decía que el país que no fuese gobernado por él será destruido.
Los medios internacionales
Sin embargo, me atrevería a decir que son muy pocos o casi ninguno, los medios internacionales que se han atrevido a dar un retrato objetivo de los hechos y acontecimientos que han ocurrido en Etiopía. Por tanto, como ciudadano de esta extraordinaria nación africana, he intentado dar una radiografía general y no sesgada sobre la realidad de la tierra que me vio nacer.
No es menos cierto que en este mundo globalizado y unipolar, la manipulación y tergiversación de la información se hace a plena luz del día. Parece que hay un cierto e inevitable sectarismo en los medios de comunicación, que tergiversan la realidad de nuestros países.
No quiero caer en juicios extremos y sensacionalismos, afirmando que dudo que exista la tan elogiada libertad de expresión en el sector de los llamados medios de comunicación. La prensa Internacional no se libra de una postura ideológica neoliberal al hacer una valoración y juicio sobre la situación de los pueblos del llamado Sur, como de costumbre, su análisis de la realidad socio política de esta parte importante de nuestro mundo, a menudo parte de un nefasto y dañino discurso neocolonial.
Por tanto, como era de esperar, los grandes medios y compañías de la industria de la información han preferido mantenerse callados y, sin escrúpulos, se han convertido en un instrumento de propaganda para la mafia del TPLF, que como expliqué antes ha ocasionado daños irreparables contra la economía, la cultura y el ethos de nuestro pueblo.
Por G. Feyissa Dadi
Profesor de Antropología e Historia del arte de la Universidad de Addis Abeba. Licenciado en Historia del arte por la Universidad de Oriente, Santiago de Cuba. Doctor en Historia por la Universidad Complutense de Madrid, España.
No hay comentarios:
Publicar un comentario