Cuando Ana María Acedo, que entonces vivía sin lujos de ninguna clase, entre los pigmeos del Congo -luego Zaire, ahora República Democrática del Congo-, escribía unas palabras de desahogo de tremendo humanismo, porque cada vez que venía a España se sentía totalmente fuera de lugar.
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Estas son Ana María Acedo, con chaqueta azul, y Loreto Rey, la que intenta zafarse de bailar. |
“Vives en el Zaire y vas a España cada x años. Te encuentras con familiares, amigos, personas que te han conocido en circunstancias diferentes o que conoces en ese viaje. Dependiendo del grado de amistad, contacto por correspondencia etc te preguntan:
‘¿Y dónde estás? … ¡Ah! eso debe ser África ¿no? … Y ¿Cómo está eso? Mal ¿verdad? Me parece que hace poco salió algo en la tele… ¡pobrecitos! Claro, con tan poca cultura… y vosotras ¿qué hacéis?… será difícil ¿verdad?… Chica ¿por qué no te vienes ya? Total, para lo que cambian.’
Y eso si no te sueltan ‘deberías dejarlos que se maten entre ellos’.
Todo esto te desarma, te deja anulada. Además, como la gente tiene tantas ocupaciones y tanta prisa, no sabes ni qué decirles para no entretenerles demasiado y que entiendan algo. A veces se te ocurre lo que menos hubieras debido decir, pues habituados a lo que inyectan los medios de comunicación y a otras ideas preconcebidas, lo que dices se toma como menos lo esperabas. Otras veces tienes que salir con una sonrisa de idiota o un “no digas esas cosas” para no liarte a guantazos, (…)