Sin versar sobre África, incluyo este post en el blog porque
tiene mucho que ver con todo lo que denuncio sobre la relación de Occidente con
África: la actuación de nuestros gobiernos, la actuación de los organismos
internacionales, de los medios, de las grandes ONG, las mentiras de los
políticos y nuestro adormecimiento frente a la utilización criminal del dinero
de nuestros impuestos, que perjudica, en lugar de ayudar, a gente a la que
nosotros no queremos perjudicar, a pesar de que permitimos que nuestro gobierno
lo haga en nuestro nombre y con nuestro dinero.
Según Agustín Velloso, “que unas personas gasten una enorme cantidad de dinero en someter y matar a otras personas que viven a miles de kilómetros de distancia, de las que nunca han recibido mal alguno y a quienes no han conocido ni tienen intención de hacerlo, mientras dejan al mismo tiempo de satisfacer sus necesidades básicas, las de sus hijos y sus vecinos” solo puede entenderse si la población que actúa así se encuentra en estado de enajenación mental generalizado… habla del pueblo español.
La versión oficial de la intervención de España en
Afganistán: “una misión de mantenimiento de la paz”, es simple y llanamente falsa.
No hay paz que mantener, que se lo pregunten a los afganos. Las tropas
españolas están al servicio de la intervención estadounidense, que sí está en
guerra, ILEGAL, por cierto. Nuestros políticos justifican el despilfarro de
nuestros impuestos en Afganistán diciendo que debemos estar “con los que
cuentan”, tanto los del PP como los del PSOE. Pero ¿cómo es posible que los
ciudadanos españoles apoyemos el matar a gente inocente que nunca nos ha
atacado ni tiene intención ni medios para hacerlo por estar “al lado de los que
cuentan”? Parece inverosímil, pero es la realidad. Los ciudadanos apoyamos
semejante barbarie porque los medios de comunicación nos lo presentan con
palabras confusas, que eluden nuestra responsabilidad, nos brindan propaganda disfrazada
de noticias.
Los grandes medios, contribuyen a este crimen dando mala
información o propaganda sobre el asunto, y es en ellos donde se informa la
mayoría de la gente que cree que sabe lo que pasa, aunque en realidad no ha
tenido oportunidad de acceder a una versión independiente y realista, ni a la
versión de los afganos.
Por ejemplo los medios acusan a los insurgentes de
esconderse entre la población, haciendo recaer sobre ellos la culpa de la
muerte de civiles, muertes ocasionadas por nuestros soldados aliados, pagadas
con nuestro dinero, pero que no pesa sobre nuestras conciencias, ¿enajenación
mental generalizada? La realidad es que lo que los medios llaman insurgencia
“apoyada por amplios sectores de la población” ES la población en sí. ¿No sería
más conciso decir que el pueblo afgano se rebela contra la “invasión”?
Pero si alguien escarba un poco en todo el asunto, como ha
hecho Agustín Velloso, descubre la realidad, que es más clara que el agua: “no
haber hecho nada de nada hubiese sido mejor. No enviar soldados, no usar bombas
rompe-refugios, no emplear munición con uranio empobrecido, ni aviones no
tripulados, no contratar a mercenarios (contratistas en la jerga periodística),
hubiera costado cero dólares y habría supuesto un ahorro incalculable de vidas,
bienes y recursos.”
Hay que escuchar la versión de los afganos para sentir
vergüenza por todas las barbaridades cometidas por los militares occidentales,
entre ellos los españoles, en nombre de nuestros intereses, ¿cómo podemos tragarnos
sin más las razones aducidas por nuestros políticos de derechos humanos,
desarrollo, democracia, derechos de la mujer? Es obvio que estas NO son las
razones de la intervención, porque la situación en estos campos ha empeorado de
forma increíble, desde que comenzó la invasión y nadie, más que los afganos, lo
reconoce.
“Una buena parte de lo que construyen no sirve a los afganos
corrientes. Construyen hoteles de cuatro estrellas, palacios para los señores
de la guerra y carreteras por las que solo circulan vehículos de la OTAN”, dice
una afgana llamada Suraia, del grupo Afganos
por la paz.
“No queremos que Hillary Clinton nos abrace y nos ofrezca
falsas promesas que luego olvida. No queremos occidentales que vengan y
escriban informes pero que luego no hagan nada al respecto. Ellos (Estados
Unidos y la OTAN) no se preocupan ni de las mujeres ni del resto de los
afganos. Están aquí por nuestros recursos. Empezaron este lío y lo pueden
terminar marchándose de aquí. Las mujeres no dudan cuando afirman que las
bombas de Estados Unidos y la OTAN no son solución para su liberación”, dice
otra mujer afgana.
“Los españoles, al igual que están muy orgullosos del triunfo en el Mundial, deberían estarlo también del trabajo que se hace en Afganistán. Es de primera división”, dice Moratinos, mintiendo como es habitual ante los parlamentarios y los españoles. ¿Es de primera división matar con bombas de alta tecnología a mujeres, niños y ancianos que se esconden en refugios? ¿Es de primera división asesinar a gente mientras duerme sabiendo que son civiles inocentes? ¿Es de primera división lanzar sobre poblaciones enteras uranio empobrecido? Vaya, pues no tenía yo ni idea, será que no entiendo de fútbol.
Acabo de leer la última investigación de Agustín Velloso
Santisteban, sobre la intervención en Afganistán. El libro titulado “España y
Afganistán” y subtitulado “50 años de matrimonio estéril y 10 de divorcio
criminal” es impresionante, breve y no tiene desperdicio. El profesor Velloso
ha renunciado a los derechos de autor y ese dinero será enviado a la
organización Voices for Creative non-Violence, que trabaja en Afganistán http://vcnv.org/.
Es la primera vez que veo analizar la situación de Afganistán con tanta claridad, ateniéndose a la realidad de los hechos y las cifras. El profesor Velloso lamenta que a pesar de lo arrollador de las pruebas en contra de la legalidad y moralidad de este crimen que se perpetúa 11 años después de su comienzo gracias a una mentira, “no se puede ser optimista con respecto a llevar a los responsables ante el Tribunal Penal Internacional de La Haya”. Qué triste. Tiene razón. El TPI es un tribunal de “vencedores” como lo llama el congoleño Jean Pierre Mbelu, donde sólo se juzga a africanos y si se juzgase a algún responsable del macro-crimen cometido en Afganistán sería a su presidente impuesto por Occidente, Hamid Karzai, que tampoco es un santo, cierto. ¿Juzgará alguna vez a un líder Occidental el TPI? Desde luego, sus crímenes no tienen parangón ateniéndonos a hechos y cifras reales.
Qué artículo tan bueno. Enhorabuena.
ResponderEliminarSintetiza muy bien nuestra mala sociedad, mala por su indiferencia, por su profunda hipocresía y en el fondo por su falta de una ética mínima.
Saludos,
Mikel.
Muchas gracias por el comentario.
EliminarCierto, es preocupante la falta de ética y la falta de ganas de reflexionar para cambiar.
Un saludo