Los bereberes me recuerdan un
poco a los irlandeses. Están tan orgullosos de ser quienes son, que están
convencidos de que en el mundo sólo hay dos clases de personas: los que son
bereberes y los que quisieran serlo.
La tradición nómada está
quedando en desuso, ya no da de comer. Los tuareg, buenos guerreros también por
tradición, hace tiempo que se dedican más a actividades parecidas a las “compañías
privadas de seguridad” que proliferan en Gran Bretaña y Estados Unidos. Estos
ejércitos privados generan grandes fortunas en EEUU y Gran Bretaña, los países
más interesados en que siempre haya guerras en marcha. Pues bien, Gadafi tenía
un ejército privado compuesto de tuareg a los que nadie se atrevía a
enfrentarse. Los tuareg encargados de la “seguridad” en el sur de Libia y en el
entorno Gadafi, y tal vez en todo su desierto en general, también tienen fama
de ser altivos, honestos, valientes, francos e inteligentes.
Gadafi tenía a sus compañías
privadas de seguridad bien servidas de armas modernas, digamos que no luchaban
con palos como los rebeldes que ahora mandan en Libia. Por algo éstos
necesitaron todo el peso y armamento de la OTAN para enfrentarse a los
guerreros de Gadafi. Desde la caída de Gadafi, y antes, ya se temía por todo el Sáhara
la expansión de las armas de Libia. Hay países cuyos gobiernos están curtidos
en la “guerra” y han hecho frente a la entrada de armas en -y destinadas a-
manos de cualquiera, como Argelia. Incluso Egipto se ha dado prisa en controlar
más las porosas fronteras en el desierto.