Hace tiempo leí una breve
noticia en un medio de comunicación de Ghana, Joy Online, sobre un programa que se
estaba llevando a cabo en todo el país, para que los líderes tradicionales
aprendieran a gestionar mejor los recursos de sus localidades y a “tratar a sus súbditos como clientes”.
El programa constaba de cursos de cuatro meses destinados a jefes y reinas
tradicionales y había comenzado en Kumasi, la capital de la región de Ashanti,
en Ghana. La financiación provenía de Europa y China. El Centro que lo
gestionaba y dirigía era el Osei Tutu II OTCEER, Centre For Executive Education & Research,
(Centro para la Educación Ejecutiva y la Investigación).
El director del centro, Nana
Otuo Acheampong, explicaba: “Queremos que (los líderes tradicionales) tengan
una mentalidad diferente en la forma en que interactúan con sus súbditos,
principalmente que traten a sus súbditos como clientes”, creía firmemente que
la sociedad sería más leal a las causas de los jefes si sus miembros eran
tratados como clientes. Según lo explicaba el periodista ghanés Kofi Adu
Domfeh, la iniciativa era realmente beneficiosa.
A lo largo de años leyendo
noticias e investigando después el trasfondo de las mismas, he desarrollado una
deformación profesional que me hace mirar todo con extremada suspicacia. Leí
entre líneas que se estaba reeducando a los líderes africanos conforme al
liberalismo que impera en el mundo. Que se estaba borrando el último resquicio
de cualquier modo de gobierno que no se rija por las leyes del mercado. Pensé
que es muy descarado ya el modo en que el liberalismo impone sus reglas a todo
el mundo hablando abiertamente de “clientes”.
Se me ocurrió que tal vez
los líderes africanos debieran venir a Europa, a Estados Unidos y a Japón a
enseñar a nuestros líderes occidentales “cómo
NO tratar al pueblo como clientes”, a utilizar otras medidas, otros valores
que no sean económicos. Decidí preguntar a un grupo de africanos su opinión
sobre el asunto. Obtuve respuesta de alguien de Ghana, de alguien de Congo Kinshasa
y de alguien de Mozambique.
Foto: Ghana. USAID Africa Bureau [Public domain] |
La segunda parte será la
respuesta del congoleño Romain Minga, que ofreció un amplio análisis del
asunto. El tercero reconoce, como los dos primeros, una situación que debe ser
corregida, pero desde un análisis que contextualiza la situación, que tiene en
consideración las causas y antecedentes.
Isabelle Munyangaju, dice que cuando leyó la noticia pensó “Vaya idea o iniciativa más atrasada, llevar
a nuestros líderes a cursos”.
En todo caso, Isabelle continúa: “Te daré un ejemplo de lo que pasa en algunos lugares de aquí, de
África, donde estos líderes todavía tienen el poder de decisión sobre lo que la
gente hace o no hace: si tú, como una persona joven, necesitas abrir un negocio
en un pueblo, debes ir con tu plan de negocio y presentárselo a este jefe que no
tiene ni idea de lo que estás hablando y que nunca ha puesto un pie en una
escuela. Así, la decisión sobre si vas a abrir tu negocio o no, se reduce a si
tus padres han ido alguna vez a limpiar la casa del jefe, si alguna vez han
contribuido a las fiestas del jefe, etc. Esto ha supuesto un enorme coste a
muchos pueblos, en términos de crecimiento y desarrollo financiero, y la
juventud simplemente emigra. Por esto, creo que estos líderes tradicionales
deben modernizarse e informarse sobre el mundo actual.”
“Sobre el tratar a la gente como “clientes”, yo tampoco estoy de acuerdo
con esa terminología… un líder debe respetar a su pueblo, discutir ideas e
innovaciones como pueblo no como ‘títeres financieros’. La palabra ‘clientes’
es demasiado superficial y demasiado limitada… es considerar a la gente solo en
términos de su potencial financiero, pero ¿qué hay de la moral o el potencial
en términos de desarrollo social? Los líderes tradicionales deben ver a la
gente como seres humanos, igual que ellos, no como clientes y mucho menos como
súbditos.”
“Creo que los líderes tradicionales africanos pueden enseñar a los líderes
occidentales a escuchar y a reducir la aptitud de imposición mediante la
violencia. Los líderes occidentales imponen sus modos al resto del mundo sin
tener en cuenta si esos modos son apropiados o no”.
“Dicho esto, tengo que reconocer que en este mundo tan material,
incluso nuestros mejores líderes tradicionales se han vuelto corruptos y retorcerán
estos conocimientos para adaptarlos a sus intereses, y recolectar cuanto más
dinero, mejor. Así que esto podría ser un caso de ‘un ciego guiando a otro’”.
Por su parte el bloguero
ghanés Ato Ulzen-Appiah, en la misma línea que Isabelle destaca la necesidad de
que los líderes tradicionales cumplan mejor sus funciones.
“Creo que estos cursos son geniales. Muchos líderes
tradicionales en Ghana son respetados y no son más que líderes ceremoniales. Al
tratar a sus súbditos y pueblo como clientes, pensarán más en el valor que les
dan. Esto garantizará que proporcionen instalaciones y servicios que hagan la
vida mejor para la gente. Viendo a la gente como clientes hará que los líderes
tradicionales se centren en dar servicios que le gusten a la gente.”
En respuesta a la pregunta
de ¿qué piensa que los líderes africanos pueden enseñar a los líderes europeos
para que mejoren? Ato Ulzen-Appiah responde: “Los líderes africanos normalmente son más accesibles y actúan como
pacificadores y como personas que restauran el orden. Podrían enseñar a los
europeos a ser más presentables y más cercanos.”
Ciertamente, no se puede
tener la imagen bucólica de los líderes tradicionales administrando bienes
comunes del pueblo, para evitar conflictos, injusticias, desigualdades… La
realidad es cruda y se ve afectada por muchos factores que afean las mejores
instituciones.
Unas reflexiones muy interesantes. Es bueno que de una vez, no sé si por todas, se tenga en cuenta la forma de pensar de otros lugares que no sean Europa o Estados Unidos. Un saludo y ánimo con el blog.
ResponderEliminarMuchas gracias, Mikel.
EliminarNo sé si será demasiado tarde para contar con la parte positiva y humana de la sabiduría tradicional africana, esperemos que no.
Saludos