miércoles, 19 de marzo de 2014

Hijos de dictadores. Affaire Soyinka vs Abacha

Los primeros días de marzo de 2014 saltó a los medios de Nigeria esta pelea peculiar. Por un lado estaba el laureado escritor y poeta Wole Soyinka, que entre sus méritos tiene el de ser el primer africano en recibir el Nobel de Literatura. Rabioso defensor de los derechos humanos, ha sido condenado a penas de cárcel por algún tirano, incluso a pena de muerte por el dictador Sanni Abacha. Durante sus años de exilio ha sido profesor en diversas universidades de prestigio norteamericanas y europeas. Desde que volvió a Nigeria con la restauración del poder civil y electo, ha sido un firme defensor de los oprimidos y crítico con los opresores. Es un intelectual mundialmente conocido y respetado no solo por su amplia obra, sino también por su compromiso y lucidez.

Del otro lado estaban dos de los diez hijos del mencionado dictador Sanni Abacha, su hija Gumsu y su hijo Sadiq. Estos dos vividores disfrutan de un altísimo tren de vida entre Nigeria y mansiones por todo el mundo, gracias a la inmensa fortuna que su padre robó al pueblo de Nigeria [Algunos hablan de cantidades astronómicas, entre 1.400 y 1.700 millones de dólares]. No tienen estudios ni carrera profesional conocida, más que… ser ricos. Sadiq es propietario de compañías muy rentables en Dubai y Nigeria, principalmente del sector inmobiliario y petrolero. Gumsi, heredera de la belleza de su madre, está casada con un influyente y rico político de Camerún, Bayero Fadil. Se dice en Nigeria de su madre, hablando de los procesos judiciales por desfalco en Nigeria y el extranjero, que “ni siquiera quitándole todo el dinero, llegaría a ser tan pobre como Dangote” [el hombre más rico de Nigeria y de toda África, según Forbes]. 

Este es el currículum vitae, en breve, de las dos partes enzarzadas.

No sé si por casualidad, en la misma fecha en que estalló la reyerta, Estados Unidos hizo público que había logrado congelar 458 millones de dólares que la familia Abacha tenía en varias cuentas bancarias de Francia, Gran Bretaña y el paraíso fiscal de Jersey. Por mencionar algunas conocidas, entre las instituciones bancarias que han congelado cuentas de la familia Abacha están Citibank, Chase Manhattan Bank, el británico Barclays y el alemán Commerzbank.

Abacha murió en junio de 1998 a los 54 años. Se rumorea que en medio de una orgía con prostitutas, sufrió un infarto causado por la ingesta de viagra para la ocasión. No hacía ni 5 años que el general Abacha había dado un golpe de estado, en noviembre de 1993. En apenas cinco años que duró su brutal dictadura le dio tiempo a mucho. Destaca el ahorcamiento (presionado y ayudado por la petrolera británico-holandesa Shell) del escritor y activista medioambiental Ken Saro Wiwa y ocho de sus compañeros defensores de los derechos del pueblo ogoni. Además, el desfalco que cometió es uno de los más destacados de África, la cantidad jamás llegará a conocerse con exactitud. El gobierno que sucedió al cleptócrata, dirigido por Olusegun Obasanjo, habló de 4.000 millones de dólares desaparecidos… Desde 1998, saltan noticias a la palestra sobre nuevas cuentas descubiertas y congeladas en bancos europeos, estadounidenses y de paraísos fiscales con cientos de millones cada vez, y aún así, esta amplísima familia vive a todo lujo sin conocer ni de lejos las estrecheces que la inmensa mayoría de los nigerianos sufre cada día.
El detonante de este revuelo se enmarca en la celebración del centenario de la fusión del norte de Nigeria con el Sur, en 1914, dando lugar a una administración unificada por Sir Frederick Lugard. Se suponía que era un experimento de 100 años, pero dados los cambios ocurridos desde entonces, no se tiene en cuenta la supuesta “expiración” del estado de Nigeria. Esa administración formada en la época colonial es la Nigeria que perdura hoy en día. Para muchos nigerianos no hay nada que celebrar, ya que es la formación de uno de tantos estados africanos, que amalgaman pueblos muy dispares, divididos y a veces enfrentados, por imposición colonial. Nigeria ha sufrido una guerra civil y continuas tensiones entre norte y sur. Los políticos explotan y exacerban el odio y las diferencias, en lugar de tomar la ansiada senda del diálogo y la convivencia.

En cualquier caso, el gobierno ha decidido celebrar el centenario de la formación de Nigeria. Uno de los actos de conmemoración es la concesión de Galardones del Centenario a personalidades significativas de la historia del país. En esa lista, el gobierno ha mezclado de todo: vivos y muertos; notorios por lo bueno y por lo malo. Por ejemplo, al premio Nobel Soyinka y al difunto dictador Abacha.

Al conocer el nombramiento y la lista de los galardonados, el laureado escritor escribió esta carta de renuncia a dicho premio, el 2 de marzo. Traducción:

La canonización del Terror
La relevancia total de la indignación y revulsión de la mayoría de la humanidad nigeriana ante la reciente atrocidad de Boko Haram en Yobe, es muy probable que vaya a anular una pequeña nota a pie de página de dicha atrocidad, realmente pequeña, pero de una importancia inversamente proporcional: el nombre del hospital al que han sido llevados los supervivientes de la masacre. Ese pequeño detalle pone en tela de juicio, de una forma horrible y reprobadora, todo el panorama ético del que esta nación [Nigeria] se ha visto obligada a formar parte, por culpa de líderes insensatos. (…)

En cuanto al nombre de ese hospital, según se informó, no es otro que el de General Sanni Abacha, un usurpador vicioso bajo cuya autoridad se apagaron las vidas de un presidente electo y su mujer. Las matanzas –entre las que se incluyen bombas cínicamente atribuidas a la oposición- eran la rutina. Bajo ese gobernante se entronizaron como norma de gobierno la tortura y otras formas de barbarie. (…) Estamos hablando de un hombre que puso a esta nación en estado de sitio durante un reinado implacable de terror que apenas se diferencia de la actual devastación de Boko Haram. Es a este mismísimo psicópata al que recientemente ha canonizado el gobierno de Jonathan Goodluck, en conmemoración por los cien años del trauma nigeriano.

Se lleva esperando mucho tiempo. Una de las avenidas más grandes de la capital, Abuja, lleva el nombre del General Sanni Abacha. Los sucesivos gobiernos han carecido de coraje político para cambiar este letrero, junto con algunos otros, de autodegradación nacional y acabar con el encuentro diario de la memoria del atormentador de la nación. Ni siquiera los ministros territoriales de la Capital Federal, entre cuyas competencias están estas responsabilidades, pudieron hacer acopio de temeridad suficiente para iniciar el proceso y dejar el resto para que el público lo apruebe o lo repudie. Insté a la necesidad de realizar esta purga a uno de estos ministerios y al menos a un jefe de estado. El ministro prometió, pero esa fanfarronada acabó como todas las fanfarronadas electorales en Nigeria. El jefe de Estado murmuró algo sobre el miedo a ofender “sensibilidades”. Todas las evasiones equivalían a cobardía moral y duplicaban el trauma de las víctimas. (…) Lo que ha hecho el gobierno de Jonathan Goodluck es recoger toda la degeneración acumulada durante un siglo en un símbolo preeminente, y ponerlo en un pódium para que la nación lo admire, lo emule e incluso lo adore.

Existe un mensaje deplorable para las generaciones venideras en esta aberración del gobierno, que el mundo entero ha sido convocado a presenciar y, en realidad, a celebrar. La inserción de la encarnación del “gobierno del terror” junto con comprometidos demócratas, profesionales, humanistas y defensores de los derechos humanos por su propio derecho, es un sórdido esfuerzo por conceder el certificado de salud a una enfermedad contagiosa que el sentido común demanda que hay que aislar. Esto es un timo que dice mucho de los responsables de dicho fraude. Pasaremos por alto –por ejemplo- la mentalidad de esclavo que elabora flojas fórmulas para elevar automáticamente a la Lista de Honores a cualquier ave de paso violenta al estatus de fundadores de la nación, que pueden o no estar motivados demostrablemente por un genuino amor a la nación. Aceptar los atributos generalizados aunque falsos de conocidos asesinos y ladrones del tesoro público hace un flaco favor a la historia y es una profanación de la memoria. También compromete el futuro. (…)

Este abandono del rigor moral tarde o temprano cierra el círculo. Los supervivientes de la plaga conocida como Boko Haram, estudiantes en un lugar de iluminación e instrucción moral, son llevados a curar a un lugar dedicado a un individuo infeccioso –un asesino y ladrón sin ninguna cualidad de valor, conocido como Sanni Abacha, un individuo cuyo botín todavía hoy es perseguido por todo el mundo y recuperado poco a poco por los consorcios internacionales– ¡a petición de este mismo gobierno que ve conveniente incluirlo en el Cuadro de Honor de la nación! No puedo pensar en nada más grotesco y que se burle más de toda una vida de lucha y servicio desinteresado a la humanidad, de otras personas de esa lista. (…)

Rechazo mi parte de este insulto nacional.

Wole Soyinka

Pues parece ser que este despliegue de sentido común, consecuencia con unos principios firmes, conocimiento de la historia y pura razón fundada de Soyinka, ha provocado la ira de los vástagos de apellido Abacha.

Gumsu y Sadiq han atacado al escritor con una carta firmada por ambos y remitida a los medios en la que tachan las afirmaciones del intelectual de “estúpidas, insignificantes y tontas” y sus libros de “mediocres”.

En una carta los dos, grandes aficionados a las redes sociales, dicen “Señor, creo que la brillantez no es la perfección. He crecido viéndole criticar a un régimen tras otro y a esa temprana edad inocente pensaba ‘¿por qué no se presenta este hombre a presidente para salvar a Nigeria?’ Me hubiera atrevido a votar al señor Soyinka si con ello se hubiera acabado con los problemas de Nigeria.” 

Como era de esperar, las redes sociales y los medios de todo tipo ardieron. Los nigerianos se han ofendido con estos dos, y se lo han hecho saber no con ríos, sino con océanos de verdades.

Por cierto, Soyinka ni se ha molestado en responder a los dos lumbreras. Seguro que ha disfrutado de la avalancha de gente que se despachó a gusto con los hijos del dictador, por él.

1 comentario:

  1. Tuve la posibilidad de leer un libro inspirado en un valeroso activista medio ambiental y de los derechos humanos llamado Ken Saro Wiwa. Me imagino que los hijos de Abacha lo conocen bien ya que su padre lo asesinó. Da gusto saber que aún quedan hombres valientes que se atreven a verter sus opiniones en la mesa de una descendencia llena de masacres, violaciones y enriquecimiento a costa del sudor y sangre de otros.
    Espero que todo esto no quede solo en cartas que el tiempo añeja si no en acciones que vivan en un pueblo que las necesita.

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